martes, 9 de agosto de 2011

Y el tiburón encalló en las ásperas laderas de San Felices

El Pirolín fue profeta en el noveno día de agosto, pero vayamos por partes.

Lo primero que se preguntarán es porqué siendo martes se cuelga una crónica de un simple entrenamiento. Se lo voy a responder. Porque no fue un simple entrenamiento. Fue el día en que ocurrió un acontecimiento por inusual inexplicable, que todavía a estas horas no acabamos de asimilar, un hecho extraordinario.

De salida en el matadero contamos con la inestimable presencia de Pirolín, quien viene a visitarnos y darnos ánimos, aunque en realidad somos nosotros los que se los debemos dar a él. ¡ya queda menos y pronto estarás tan fuerte como estabas encima de la cabra!

El grupo que se forma es más que importante, hablaré de unidades porque hay mucha gente sin apodo y aunque a alguno no me sería difícil colocárselo, prefiero no esforzarme en ese aspecto porque debo volcar mi fuerza en contar lo que todos estáis esperando. Como digo, contamos últimamente con el pistar campeón de España, lo cual nos llena de orgullo. Ya le hemos explicado que cuando suba al podium se acuerde de que un pedazito de la medalla es de los licaones a cuya rueda sufre y se entrena en estos días del estío.

Echamos de menos la presencia del Titán de Las Cumbres, quien nos cuentan ha venido como un toro de la playa porque sólo se ha dedicado a entrenar, nada de alcohol, nada de juerga, nada de sexo, nada de nada, sólo bicicleta. Ya ni echamos de menos la presencia de otros ilustres como el Lince del Asfalto o el Gladiador, que hace tiempo, sobre todo el primero, que han colgado la bicicleta esperando mejores ocasiones.

También contamos con la presencia de Pundonor Ayensa, el Tiburón de Las Casas (protagonista de esta crónica), el Infante del Cidacos (este es el sobrino del Sesma), el Caimán y el Letrado de La Camerta. Camino de Fitero cogimos hasta siete unidades, Chorreison S.A., Liñán, y otros novedosos hombres de batalla hasta configurar una grupeta de doce ciclistas.

El Tiburón de Las Casas propone como siempre, p'arriba como las cabras, Cigudosa o San Felices, en la creencia de que su fuerza le hará una vez más inexpugnable. Dicho y hecho, cogemos camino de San Felices y se pone un buen ritmo, apoyado sin duda por la fuerza bruta del pistar, que nos lleva cerca de Inestrillas a un trote que corta a Chorreison y con él a casi todo el grupo. Ya sabéis lo que ocurre cuando Chorreison se corta, ocupa toda la carretera, se balancea en la bici y ocupa calzada y media, imposible pasarlo...

Pero lo mejor estaba por llegar. Ya en la cuesta de Aguilar la gente flojea ante el ritmo que hasta allí se había llevado. El Tiburón toma el mando y sin poner un ritmo muy exigente pronto el grupo quedaría reducido exactamente a la mitad. Después de la cuesta el Caimán tensa la cuerda y de qué manera. El sexteto sigue a su rueda pero todo va haciendo mella.

En las cuestas previas y bajadas al puerto se ve muy suelto al Infante del Cidacos, quien parece por momentos querer hacerle la competencia a su tío en la cabeza del grupo. Se exhibe en exceso, se levanta mucho de la bici con aire lateral que "se come" de lleno en algún momento. Todos sabemos que le pasará factura al chaval, pero ahí está su tío para aconsejarle y no lo hace, sería su tumba.

Comienza la subida y lo que probablemente ha sido el vía crucis más largo y doloroso que jamás haya pasado un ciclista.

De entrada y como es habitual el Tiburón pone un ritmo duro, tenso, de 22/23 km/h que motiva los primeros seseos del Infante del Cidacos y de Pundonor Ayensa, que todavía nos acompañaba. Ese ritmo es sostenido durante un kilómetro aproximadamente. El letrado se percata de que el grupo sigue formado por cinco unidades y piensa que en esa subida cinco son multitud; lanza un latigazo seco y sostenido durante 100 metros. El Infante del Cidacos y Pundonor Ayensa se rindieron a la evidencia y cavaron su tumba, se perdieron en el horizonte y pusieron su ritmo de subida.

Al referido ataque del Letrado, que ya había separado el polvo de la paja, sale sin problemas el Caimán. Y punto. Primera señal de alarma, primer síntoma de la catástrofe, el Tiburón NO PUEDE SALIR al ataque del Letrado. El Letrado, estupefacto, sin saber leer la ascensión ante lo sorprendente de la situación, para el ritmo, el Caimán no pasa y llega el Tiburón al grupo. El Letrado asesta otro golpe de mano, exigente, extenuante, 50, 100 metros. Quiere confirmar que lo que acababa de ocurrir es cierto. Y OCURRE OTRA VEZ. Pero no se ceba en el ataque, no lo tiene nada claro, vuelve a parar el ritmo y una vez conformado otra vez el terceto se descuelga para verle la cara al escualo y terminar por asimilar su estado, descartar que se trate de una treta para atacar de manera sorpresiva y letal. Pero así no corre el Tiburón. El Letrado está entre confuso y piadoso con su compañero de mil fatigas. Más cuando ve su rostro. Cara de difunto, sudor profuso, absolutamente desencajado. En ese preciso momento el Letrado sabe que el Tiburón está contra las cuerdas. El Caimán no se entera de la movida y divaga entre ir hasta la muga o hasta el pueblo. Pero la sentencia estaba echada, iríamos hasta el pueblo como mínimo. Cuatro kilómetros eternos para el pez.

El letrado se debate entre la piedad hacia su fiel coequipier o en el ataque definitivo a la yugular. El Caimán está fuerte. Debe leer bien la situación. No se trata de soltar el Tiburón, sino ya de que el Caimán no le suelte al Letrado. Por eso con suma delicadeza pone un ritmo asequible para los tres, El Caimán va cayendo en la trampa y no pone un ritmo superior, el Tiburón a ritmo casi de paseo, aguanta a duras penas. El Caimán y el Letrado van hablando. El tercer componente no dice ni palabra, no podía articularlas.

Pero esto no podía seguir así. El Caimán lanza un hachazo, responde a duras penas el letrado. In extremis y tirando de orgullo y raza llega el Tiburón. Era su último coletazo, estamos a kilómetro y medio del pueblo. El Caimán sube el ritmo, el Letrado se pega a su rueda, El Tiburón encalla definitivamente en las míticas cunetas de San Felices, ya nadie puede hacer nada por él, sería pasto de los buitres. El Caimán a falta de 500 metros lanza su ataque definitivo, el ritmo de ataque no puede mantenerlo el Letrado. PERO EL CAIMAN TAMPOCO. El Letrado a ritmo licaón, caza al Caimán y vuelve a coserse a su rueda. Ataque final del Caimán, que volvió a utilizar la vieja táctica de "me falla el cambio" cuando vió que el Letrado se acercaba otra vez, llegando prácticamente juntos al pueblo de San Felices.

El Tiburón, desahuciado y atormentado en su soledad, llegaría casi dos minutos después. A poca distancia lo hicieron Pundonor Ayensa y El Infante del Cidacos, que estuvieron a punto de dar caza al enorme pez.

Esta es la historia de lo ocurrido el día 9 de agosto en el puerto preferido del Tiburón y es la historia de la profecía del Pirolín, El Tiburón mordió el polvo. Ahora dice que va a entrenarse de verdad, así que Dios nos coja confesados, pero que nos quiten lo bailao.

Una pena que no haya estado el Titán y el Pirolín. La subida ha sido de lo más enriquecedora.

La etapa dió para más. Vistas las cosas decidimos subir el puertillo de Cervera, todos quieren hacer leña del árbol caído, urgar en la herida. Pero lo que pasó en la cuesta de Cervera no lo cuento, sirva decir que casi arriba el Pistar nos hizo una serie de 500 metros a 30 km/h-

Y hasta aquí puedo decir, lo siento Tibu, pero tenía que contarlo, no podía aguantarme amigo, no te vengues, sabes que te quiero mucho, casi como tu mujer, pero estas cosillas si no se cuentan...tú ya me entiendes.

Saludetes.

4 comentarios:

  1. Pirolín Escalador9 de agosto de 2011, 22:48

    Que ojo tengo eh...
    No hablo por hablar. Amigo Letrado hoy te he visto muy fino, ahora tienes que mantener ese punto para los dos eventos que te quedan y la chapa llegará, estoy seguro.
    Eso no quita para que el gran escualo el jueves vuelva a intentar ser el que habitualmente es, y trate de que tengais que conformaros con seguir su rueda.
    El jueves, con el Titán incluido en la partida, va a estar más emocionante que la subida a las Lagunas de Neila de los pros.
    Saludos campeones.

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  2. El jueves no habrá prisioneros ni serán escuchados viejos trucos propuestos por el letrado en busca de disimular su agonía; el ritmo de ataque será hasta arriba, allí esperaré comiendo un helado jaja.
    RIP Tiburón, descanse en paz

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  3. Muy bien Caimán, el órdago está echado, el jueves elegiremos además un puerto de los que te van, por ejemplo Turruncún o la subida a Grávalos por detrás, para que no pongas excusas. Tendremos a otro licaón en nuestras filas, tu escapada será imposible.

    Saludetes

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  4. jajajaja, ya veo que esto no para!!!! ya tengo ganas de volver al turno de mañana para darles a estos licaones lo suyo jejejejej.

    juvenil...

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