Bonita mañana la del día de hoy para la práctica del ciclismo, mas cuando apreciamos como los compañeros del TGC han decidido desempolvar sus cabras y unirse a nuestro elitista grupo del pedal. Bien es cierto que sólo nos acompañaron los kilómetros de asueto y salutaciones. En cuanto las cadenas comenzaron a tensarse para protegerse del viento (Seraaaaaaaaaaaaa), los TGC, esos ciclistas de salón, nos abandonaron de manera definitiva.
Con la etapa en Ribaforada comenzó el nerviosismo, el viento arreciaba, el Sera cada vez pisaba más caracoles. El Chorri hacía malabarismos entre las bicicletas y nos recordaba cuan importante es tener un buen seguro de accidentes cuando se rueda con él.
Se estaba mascando la tragedia, en el giro de Fustiñana, ese depredador implacable del ciclista que es el viento, soplaba de tercio, y cada uno cogía su hueco, bueno, había quien necesitaba más hueco que otros....
Y en estas llegó la recta de Arguedas, viento de cara, los jóvenes sin duda nerviosos porque no logran descolgar a los cuarentones, ataques sin piedad, gente que se va cayendo del grupo hasta quedar una pequeña grupeta que decide esperar a los damnificados a fin de atacar juntos la corta pero exigente subida al Yugo.
Justo antes de la subida, las cuestiones de rigor, la meadilla del miedo, este cambio no me va..., incluso se le ocurre a uno romper la cadena. Este hecho marcaría la subida, se quedan rezagados para superar el trance mecánico el experto panadero, el tiburón de Las Casas, junto con otro pequeño grupo, pero la guerra estaba delante.
Sale desde abajo el juvenil Luismi, quien pone un ritmo exigente que le permite abrir 300 metros de distancia (bueno, en realidad le dejaron coger esa distancia, Luismi, amigooooooooo), para iniciar una caza despiadada un terceto de alicaones compuesto por otros dos juveniles y el asesor jurídico, por si había problemas en la cumbre. Detrás, se forma otro grupo comandado por el amigo Trabas, todavía lejos de esa forma que le hace tan temible.
El terceto va dando caza al fugado, quien sesea cual culebra en prueba de su fatiga. Cuando la distancia es de unos 50 metros, una ataque atroz, un latigazo increíble, es puesto en escena por el soldado raso de la Foral. Con una prodigiosa frialdad el asesor jurídico y el repostero no "pican" en ese ataque que, a la postre, sería la tumba de su creador. Con las coordenadas mal tomadas, le sobraron 200 metros de cuesta y fue prácticamente cazado por el dúo perseguidor.
Después, con el grupo reducido se emprende camino de Cintruénigo, se rueda a una buena media y en un grupo equilibrado, hasta el Chorri rodó enfiladito como los mansos de San Fermín.
En la recta final de la etapa se acuerda dar caza a Lozano, que había tomado unos metros con el permiso del grupo. La máquina de picar carne se puso cinco minutos a 50Km/hora y Lozano fue pasto del Expresso.
En fin, se avecina un puente y habrá algo que planear. El día jueves 6 es la Fiesta de la Epifanía (reyes Magos para los ácratas, ateos y agnósticos, que de todo hay en el grupo), organizaremos algo y saldrán los que no tengan niños o teniéndolos, tengan la condescendencia del género adverso.
Hasta pronto.
Con la etapa en Ribaforada comenzó el nerviosismo, el viento arreciaba, el Sera cada vez pisaba más caracoles. El Chorri hacía malabarismos entre las bicicletas y nos recordaba cuan importante es tener un buen seguro de accidentes cuando se rueda con él.
Se estaba mascando la tragedia, en el giro de Fustiñana, ese depredador implacable del ciclista que es el viento, soplaba de tercio, y cada uno cogía su hueco, bueno, había quien necesitaba más hueco que otros....
Y en estas llegó la recta de Arguedas, viento de cara, los jóvenes sin duda nerviosos porque no logran descolgar a los cuarentones, ataques sin piedad, gente que se va cayendo del grupo hasta quedar una pequeña grupeta que decide esperar a los damnificados a fin de atacar juntos la corta pero exigente subida al Yugo.
Justo antes de la subida, las cuestiones de rigor, la meadilla del miedo, este cambio no me va..., incluso se le ocurre a uno romper la cadena. Este hecho marcaría la subida, se quedan rezagados para superar el trance mecánico el experto panadero, el tiburón de Las Casas, junto con otro pequeño grupo, pero la guerra estaba delante.
Sale desde abajo el juvenil Luismi, quien pone un ritmo exigente que le permite abrir 300 metros de distancia (bueno, en realidad le dejaron coger esa distancia, Luismi, amigooooooooo), para iniciar una caza despiadada un terceto de alicaones compuesto por otros dos juveniles y el asesor jurídico, por si había problemas en la cumbre. Detrás, se forma otro grupo comandado por el amigo Trabas, todavía lejos de esa forma que le hace tan temible.
El terceto va dando caza al fugado, quien sesea cual culebra en prueba de su fatiga. Cuando la distancia es de unos 50 metros, una ataque atroz, un latigazo increíble, es puesto en escena por el soldado raso de la Foral. Con una prodigiosa frialdad el asesor jurídico y el repostero no "pican" en ese ataque que, a la postre, sería la tumba de su creador. Con las coordenadas mal tomadas, le sobraron 200 metros de cuesta y fue prácticamente cazado por el dúo perseguidor.
Después, con el grupo reducido se emprende camino de Cintruénigo, se rueda a una buena media y en un grupo equilibrado, hasta el Chorri rodó enfiladito como los mansos de San Fermín.
En la recta final de la etapa se acuerda dar caza a Lozano, que había tomado unos metros con el permiso del grupo. La máquina de picar carne se puso cinco minutos a 50Km/hora y Lozano fue pasto del Expresso.
En fin, se avecina un puente y habrá algo que planear. El día jueves 6 es la Fiesta de la Epifanía (reyes Magos para los ácratas, ateos y agnósticos, que de todo hay en el grupo), organizaremos algo y saldrán los que no tengan niños o teniéndolos, tengan la condescendencia del género adverso.
Hasta pronto.
Se te olvido contar que iban tres espontaneos tudelanos,"molinillo" y dos mas,jeje,valla calentón llevabamos los tudelanos.
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