Hasta la oscense localidad de Monzón nos desplazamos el pasado domingo los betonianos, con el consiguiente madrugón y desplazamiento (como dice mi mujer ¡si os lo mandaran...!), para disputar un nuevo premio de la Copa Aragonesa Máster.
El tiempo era bastante agradable, algo de viento pero la lluvia no hizo acto de aparición.
El recorrido comprendía un circuito de 33 kms con un puerto de 3 kms situadoa 6 kms y bastante tendido y tres vueltas al mismo, osea, 100 kms de carrera.
Somos de la partida unos ochenta ciclistas de los que sesenta terminan la prueba.
De salida los habituales latigazos para hacer cuanto antes la escapada hace que la primera subida al puerto, además con aire de culo, se haga de forma meteórica, ¡a 40 kms por hora en algunos momentos!. Esto hace que el pelotón se tense y que unos cuantos corredores cedan del grupo y se corten ya para el resto de la carrera. Entre ellos nuestro querido Simón, del que luego hablaremos.
Pasamos la primera criba pero en los falsos llanos que siguen al puerto y con la gente exhausta, los fuertes y jóvenes hacen la escapada, se meten además de dos cuarentas, algunos gallos del grupo, Ceberio, Casabal, Arnal, ect. y nuestro Carlos Ortigosa, que se está destapando.
Atrás quedamos los también habituales y sorprendentemente quedan Luengo y Ricardo Catalán, que andan como novios encabronados, pendientes el uno del otro por el asunto de los puntos en la Copa.
La escapada va tomando cuerpo porque atrás no nos organizamos dado que en la escapada van hombres de prácticamente todos los equipos. En la segunda vuelta y concretamente en la subida se hace una segunda escapada de cinco cuarentas, un Goerna, un Utebo, Ricardo Catalán y nuestros Luengo y Pablo que intentan unirse a los escapados junto con el betoniano Horna que llegaría posteriormente por detrás, pero la misión, después de 15 kilómetros a ritmo de caza se antoja imposible porque los escapados no son mancos.
Se ceja en el empeño y esa segunda escapada es absorvida por el pelotón, que en grupo prácticamente unido (a excepción de otra postrera escapada de cinco hombre en la que se mete Horna) llegarían a meta donde se disputarón los segundos puestos porque por delante ya había ganado la carrera Ion Ceberio (parece que ha aprendido a bajar y llanear, así que Dios nos pille confesaos) seguido de Carlitos Ortigosa, que hizo además primero de máster 30.
En el sprint del gran grupo se meten Luengo y Pablo pero esta vez no hubo suerte en la colocación, especialmente con Pablo, que tuvo un más que roce con un Goerna que llevole a la cuneta, desde donde remontar fue ya misión imposible, dada además la justeza de fuerzas con las que llegaba.
La anécdota de la jornada la protagoniza nuestro Gladiatore Simón. Había ya transcurrido un tiempo de la finalización de la carrera y Pablo busca pero no encuentra a Simón, que sabía se había cortado y por tanto entendía estaría en meta. Le pregunta hasta el de la ambulancia, pero ni rastro, no está por ningún lado. En esa que otea el horizonte y aprecia como Simón junto con otro corredor están pleiteando con los jueces de llegada en su caseta habitual. Pablo se acerca a Simón por si necesita asesoramiento jurídico para el evento y capta como el motivo de discordia es que los jueces de llegada no quieren incluir a Simón y su compañero de fatigas en el listado de corredores. Al final quedan incluídos porque Simón y su compañero, a diferencia de los demás que en el primer pase por el puerto se volvieron y salieron de carrera, ¡hicieron el trazado completo! y ¡ojo, a una media de casi 36 km/h, ahí es nada! Los jueces entendieron pues que a pesar del retraso con el que entraron era justo clasificarlos con el tiempo dado a los últimos puestos ¡qué menos premio para ellos dos que a buen seguro sufrieron y pelearon más que dentro del gran pelotón, que por cierto hizo una media de 40 kms/h.
Saludetes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario